Cambios y despedidas

Con este mes de junio se cierra una etapa de mi vida profesional: dejo la asociación, los colegios, el mundo de la intervención social.

 

Ha sido una decisión sufrida, la he pensado mucho, me he dado este curso para dejármela sentir... Pero he tenido claro que ha llegado el momento, por una serie de razones entre las cuales que las prácticas del MPGS me han obligado a escoger entre los dos trabajos que iba compaginando desde hace dos años. Y en la balanza ha ganado la consulta privada, la autonomía, la ausencia de trabajo de papeleo no pagado que, desafortunadamente, marca el trabajo en la intervención social, pagado mal, valorado poco y con muy poco margen de iniciativa individual.

 

Quiero pensar que es posible que sea un adiós temporal, que en algún momento quizás pueda volver a compaginar la atención privada con alguna beca de intervención social o con alguna colaboración en alguna fundación o asociación, o CRAE.... La intervención social es parte de mi identidad desde hace toda la vida y se me hace raro pensar que este año no la tendré, por primera vez desde cuando tenía 16 años y empecé a hacer voluntariado, hasta este 2021, encadenando trabajos en servicios sociales, residencias, fundaciones, asociaciones... Y entrando en los colegios.

(Estaré de prácticas en un CSMJ, así que igual no perderé el contacto con el mundillo).

 

¿Qué me llevo? Me llevo un gran aprendizaje, me llevo relaciones duraderas, me llevo la satisfacción de haber acompañado unos adolescentes perdidos hacia proyectos formativos y profesionales.

 

Lo que me espera es más flexibilidad, más autonomía, más horas libres, la posibilidad de poder pensarme en proyectos nuevos (el yoga, los grupos terapéuticos) que hasta la fecha, por falta de tiempo, eran impensables.

 

Me espera también algo de presión: siento que la pandemia acecha, que las familias están revueltas, hay mucha exigencia de que yo esté, que no pierda ni una sesión, que alivie la angustia, en un momento en el cual yo necesitaría desconectar y cerrar asuntos hasta septiembre. En un período en el cual antes cerraba procesos, ahora los abro, a dos semanas de mis vacaciones.

 

Siento alivio por no tener que preocuparme más para lo que pasará con los colegios: si volverán a cerrar durante semanas o meses, si confinarán clases.... Ya no me afectará de manera tan directa. Es cierto que este tema ha jugado un peso en mi decisión de cambio de trabajo.

 

Me voy con el armario despejado, los carpesanos vaciados, las consignas traspasadas, la cabeza descansada y los hombros ligeros por primera vez en meses.

 

Me voy con la expectativa de que a partir de septiembre se abre un nuevo capítulo de aprendizaje y experiencia, mucha parte del cual es totalmente imprevisible e inesperado.

 

Chiara

 

 

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