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Los sueños: un precioso portal de acceso a nuestro autoconocimiento

Los sueños: un precioso portal de acceso a nuestro autoconocimiento

 

El enfoque típico que popularmente se conoce para abordar los sueños es el freudiano o, como mucho, jungiano, que se ha difundido mediante publicaciones divulgativas que, muy a menudo, lo han banalizado. Típicamente pensamos en la necesidad de acudir a un experto (o libro) que nos revele el significado de los diferentes símbolos que aparecen en el sueño. En realidad, no todos los enfoques de trabajo con sueños son de tipo interpretativo y, cuando lo son, como en el caso del enfoque jungiano, el trabajo es bastante más complejo que atribuir significado rígido a cada parte del sueño.

 

Lo que he entendido del trabajo con sueños

 

Humildemente, hace unos años me puse a estudiar los sueños, a raíz de la formación en psicoterapia Gestalt, durante la cual asistí a dos módulos específicos de trabajo con sueños, impartidos por Francis Elizalde y Mireia Darder. Lo que recuerdo del primer seminario con Francis fue entrar, a la vez que trabajábamos el tema, en una atmósfera realmente onírica…. Algo mágica. Después del seminario de Mireia, el año siguiente, ya me quedó claro que los sueños habrían sido mi pasión y me apunté a su formación específica de trabajo con sueños, a la vez que me leí toda la bibliografía sobre sueños de la formación Gestalt. La obra que más me marcó, y que hoy es mi manual de cabecera, es un libro de enfoque jungiano: el “Manual para la interpretación de los sueños” de Strephon Kaplan.

 

En estos días estoy leyendo “The Secret History of Dreaming” de Robert Moss, a raíz de un par de años de trabajo dentro de un grupo psicoterapéutico sobre sueños, con una terapeuta formada en este último enfoque. Mi necesidad de compartir algo sobre el tema empieza por este libro, que representa para mí “el cierre de la Gestalt” de toda la literatura sobre sueños leída en estos años.

 

Empecemos por la Gestalt. El enfoque gestáltico de trabajo con sueños es, para mí, maravilloso, porque como todo en la terapia Gestalt, no encorseta, no protocoliza, no obliga a un camino específico y devuelve al soñante (o paciente) su propia responsabilidad sobre el sueño. Típicamente, cuando un paciente trae un sueño, el terapeuta Gestalt propone “Vamos a ver qué hacemos con este sueño y a dónde nos lleva” y, siguiendo la intuición personal y la del paciente, trabaja con las partes del sueño. No existe un significado estándar de ningún símbolo, porque es más interesante explorar qué significa el sueño para el soñante (así mismo en terapia Gestalt no se interpreta nada, a diferencia de los enfoques psicodinámicos).

 

Ya así el trabajo es rico y profundo; sin embargo cuando conocí a Mireia, vi que ella integraba este enfoque con el jungiano y, siempre siguiendo su intuición, muchas veces conseguía utilizar ambos enfoques en una misma sesión o aplicar un método verdaderamente original, captando elementos que muy a menudo escapan al soñante (como siempre pasa en terapia Gestalt, por otra parte, donde “subrayar lo obvio” parece…. una obviedad pero a menudo no lo es, y la frase que más pronuncian los pacientes es “no lo había visto así, antes”).

 

Trabajando con Mireia, leyendo pero sobre todo experimentando, me di cuenta de que el trabajo con sueños se hace más y más rico y profundo conforme el soñante avanza en su proceso personal. Los sueños son un portal de acceso a nuestra interioridad y a dimensiones muy sutiles, porque se producen en un estado cerebral de tipo alterado respecto al de la vigilia: por esta razón, para entrar en contacto con nuestros sueños necesitamos desconectar de la racionalidad, de la objetividad, de la linealidad típicas del modelo de pensamiento prevaleciente en nuestra sociedad moderna occidental.

 

Strephon Kaplan es un psiquiatra y psicoterapeuta jungiano cuyo método de trabajo con sueños integra el enfoque jungiano con el enfoque llamado “Senoi”. Los Senoi son una población malasia que Kaplan conoció en sus viajes y con los cuales vivió y compartió durante una larga temporada, trabajando con ellos los sueños. En esta tribu, así como en prácticamente todas las tribus tradicionales y las civilizaciones antiguas (egipcia, griega, romana, paleocristiana….) , todos estaban muy en contacto con los sueños, que generalmente se utilizaban como base para tomar elecciones personales o estatales, en guerras, por partes de reyes, etc. Sólo basta con acordarnos de la historia bíblica de Joseph y de su interpretación de los sueños del Faraón (sin embargo, la misma Biblia tiene muchas más historias de este tipo). Aquí entra en juego el libro de Moss, que para mí ha sido una verdadera revelación, al ser un compendio histórico del trabajo con sueños a lo largo de todas las civilizaciones de la historia y del mundo.

 

En la base de todo está el hecho que los sueños constituyen material tan sutil que podrían llegar a ser un hilo conductor entre diferentes dimensiones; sin embargo, aquí entran en juego las creencias de cada uno y el nivel más o menos racional que queremos aplicar al trabajo con nosotros mismos.

 

Mis sueños

 

Aquí me gustaría ofrecer un par de experiencias personales, además de una anécdota que está recogida tanto en el maravilloso libro de Moss como en otro librito precioso de orientación gestáltica (“Sonia, te envío los cuadernos café” de Nana Schnake, una gestaltista que trabaja mucho con sueños).

 

A nivel personal…. Cuando estaba en la formación con Mireia, el grupo se reunía mensualmente, más o menos, y en la ronda inicial, ella preguntaba si alguien quería compartir un sueño. La semana antes yo había ido a un teatro de Montjuic a ver una obra (por cierto, todo un tema también) que se llamaba “La maternitat d”Elna”. Era la historia de mujeres embarazadas durante la guerra civil, que se habían refugiado a Francia y de las cuales se había hecho cargo, en la ciudad de Elna, una enfermera llamada Elisabeth Eidenbenz. En la primera escena de la obra se veía una chica con una maleta que estaba recogiendo lo que podía, llorando y asustada, para escapar a Francia, mientras a su alrededor se oían ruidos de aviones y de bombas cayendo.

 

Pues bien, una chica del grupo dijo que hacía unos días había soñado con algo muy raro, y textualmente dijo: “Había una chica con una maleta, recogiendo lo que podía, llorando y asustada, mientras a su alrededor se oían ruidos de aviones y de bombas cayendo. Y luego cambiaba la escena, y yo estaba en un TEATRO”.

 

Obviamente pregunté a la chica si por si acaso hubiera acudido a la obra, pero no, y cuando hablé de la obra en el grupo, nadie la conocía porque se trata de un aspecto muy poco conocido de la historia catalana. Yo me quedé muy impresionada, Mireia no tanto, porque me dijo que este tipo de “contaminaciones mentales” se daban muy frecuentemente entre personas que compartían trabajo con sueños en el mismo grupo.

 

Ahora haré un salto temporal e iré al junio 2021, cuando tuve un sueño muy impresionante donde de repente empezaba a sangrarme un ojo, me miraba en el espejo y veía que el ojo izquierdo había literalmente explotado. La mañana siguiente me di cuenta de que un pequeño quiste que desde hacía un año o más tenía detrás del cuello, repentinamente durante la noche se me había inflamado y me dolía, así que tuve que correr a que me lo operaran y se desencadenó una aventura que pude resolver finalmente en noviembre.

 

También esta experiencia me impactó y, trabajando en el grupo de sueños, me fue devuelto que quizá mi parte inconsciente había captado que a nivel celular el quiste estaba enfermando (curiosamente el ojo enfermo en el sueño era el izquierdo y la hinchazón del quiste se ubicaba en la parte izquierda de la nuca).

 

Y aquí viene un tema: ¿qué decir sobre los “sueños premonitorios”?

 

En psicoterapia humanista (Gestalt y jungiana, al menos) decimos que no existen sueños premonitorios, porque todos los sueños lo son. Soñamos con material de nuestra vida y vigilia, a menudo captado de manera subliminal y olvidado, y parece que realmente soñamos cosas que en nuestra vida podrían acontecer de manera plausible. Sin embargo, cuando damos con un sueño que parece sin duda premonitorio, como el mío del ojo, parece que la explicación pueda residir en esta “sutileza” de poder captar algo organísmico muy latente y que la mente no racional pilla antes que la corteza cerebral (mecanismo generalmente aceptado para explicar las reacciones instintivas en las situaciones de peligro, según el neuropsicólogo Paul MacLean). Parece también que la riqueza de este tipo de sueños es ayudarnos a prepararnos para enfrentar el trance que nos espera: el sueño sería una pre-preparación a la experiencia real, un ensayo general.

 

El sueño de Freud

 

Aquí viene la bomba, que descubrí leyendo en el libro de Moss el párrafo sobre Freud, y que había olvidado estar recogido en el librito de Nana Schnake (que me fui prontamente a volver a leer).

Yo lo cuento tal cual, dejando claro que en el libro de Moss y en el de la Schnake están todas las referencias bibliográficas, si alguien quiere profundizar.

 

Quién no se lo quiera creer, por otra parte, no se lo crea.

 

El mundo de los sueños y, en mi opinión, la psicoterapia en general, desafortunadamente o por suerte, no se puede reducir totalmente al filtro del método científico clásico. La psicoterapia, el trabajo sobre sí mismos, la mente y los sueños, que constituyen material muy sutil, del cual la ciencia no ha sabido destilar la composición química o física completa, necesitan un enfoque que “no lo pretenda explicar todo” y que deje algo de margen a una pizca de misterio y a algo que posiblemente se podría justificar de manera científica, pero que igual la ciencia no ha llegado aún a poder hacer… de momento.

 

Conocemos los trabajos muy clásicos sobre los sueños de Freud, pero conocemos poco o nada el caso de un sueño que tuvo el mismo Freud y que tenía como protagonista una paciente llamada, con ápodo, Irma (que luego resultó ser una paciente que no pudo acabar su análisis, porque se hicieron amigos y se creó una situación éticamente incompatible, que dejó al mismo Freud descontento sobre este final de trabajo).

 

En este sueño Freud, ayudado por unos colegas, exploraba la garganta de Irma y notaba escarificaciones blancas y grisáceas, que ubicaba de manera muy definida en la parte izquierda y derecha. Sin profundizar demasiado (el librito de Nana Schnake, en castellano, recoge magistralmente todos los datos y la bibliografía), sólo diré que a posteriori algún comentarista o colega del mismo Freud se dio cuenta de que Freud había soñado, veinticuatro años antes, con su misma sintomatología del cáncer de garganta que le llevó a la muerte. Incluso coincidían las ubicaciones en la garganta y el color de las diferentes escarificaciones que él iba notando en la boca de su paciente.

 

Freud se atormentó durante mucho tiempo intentando descifrar este sueño, sin embargo no pudo salir de su mismo método de interpretación de sueños y se quedó en lo clásico, el significado sexual. De aquí su tormento en autoculparse porque la paciente no había podido acabar el análisis y, por ende, su tema sexual no se resolvería (esto pensó que fuera el mensaje del sueño).

 

Nana Schnake se pregunta: y ¿si Freud hubiera soñado con su misma enfermedad, igual captando a nivel sutil algún marcador enloquecido en su cuerpo, algún choque celular que podría estar ya a nivel latente? Podríamos contestar: ya, pero se trata de veinticuatro años antes…. Y la Schnake magistralmente contesta: para el inconsciente, y en el mundo de los sueños a más razón,  ¡veinticuatro años podrían ser un minuto!

 

Hay un elemento de este sueño que es inquietante: Freud sueña con que él intenta curar a Irma con

una jeringa, que sin embargo está sucia y por lo tanto no sólo no cura, sino infecta más. En el plano biográfico, parece que Freud relacionó este elemento con un error médico suyo, provocado a otra paciente, administrándole un medicamento que le habría provocado una sepsis. A nivel más sutil, la jeringa se podría relacionar con el contenido sexual fálico (la Schnake recoge las interpretaciones, a este respecto, de sus colegas). Sin embargo…. Ella pregunta: y si la jeringa infectada, y por ende un remedio peor que la enfermedad, ¿hubiera sido el mismo método psicoanalítico, del cual Freud no consiguió salir para interpretar su sueño y, quizá, estar preparado y poder salvarse?

 

No casualmente, los médicos le habían avisado del riesgo de consumir tabaco y cocaína, ambas costumbres directamente responsables del cáncer que le llevó a la muerte veinticuatro años después (y que quizá no habría acontecido, si Freud hubiera dejado estos hábitos, quizá guiado por su mismo sueño sobre Irma)….

 

Quizá ¿si hubiera escuchado a Jung o a Perls, abriendo su enfoque a otros desarrollos posibles?

 

Sin  embargo ésta es otra historia o, quizá, otro sueño…..

 

 

Bibliografía

 

Kaplan, S. (1990). Manual para la interpretación de los sueños. Madrid: EDAF.

 

MacLean, P. (1990). The Triun Brain in Evolution: Role in Paelocerebral Functions. New York: Springer.

 

Moss, R. (2014). The Secret History of Dreaming. Novato (CA): New World Library

 

 

Schnake, A. (1987). Sonia, te envío los cuadernos café. Apuntes de terapia gestáltica. Buenos Aires: Cuatro Vientos.

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