El primer verano que....

Es el primer verano después de haber empezado a dedicarme totalmente a la terapia infantil, es el primer verano que he podido hacer las vacaciones cuando quería y, además, teniendo todo el mes de agosto libre, además de parte de julio y septiembre.

 

Si tuviera qué decir qué ha cambiado, diría que ahora no “descuelgo” obligándome a hacerlo... Es una sensación rara. Siento que he descolgado, porque se acabaron las mañanas en los colegios, las tardes en la consulta, las supervisiones de equipo, las coordinaciones y, por supuesto, las horas pasadas a redactar informes y actas (para mí no menos gratas, porque puedo hacerlo desde mi casa sin tener que urdir malabares de conciliación familiar....). A la vez siento que no quiero descolgar y me descubro llevándome el libro de Lowen al sofá, buscando la recomendación del colega del manual de psicomotricidad, leyendo el libro de sistémica de mi antiguo profesor italiano.... Sin agobio de leer, entender, conseguir algo... es algo así como que me pongo receptiva y dejo que las sugestiones lleguen y hagan su trabajo profundo... y que se quede lo que se ha de quedar....

 

Esta primavera fue temporada de excursiones al Abacus y al Tiger, descubriendo juegos y materiales. Ahora tengo un arsenal de juegos de mesa que es intercambiable entre casa y trabajo.

 

Cuando empecé, siguiendo totalmente una intuición, saqueé los Playmobil de mi hijo (tenemos una ciudad de Playmobil, literalmente) poniendo en una bolsa los que encontraba (el rey, el hada, el unicornio, el perrito, el bebé, figuras adultas, el pirata, el policía...) y una estudiante de prácticas se pensó que este material que sacaba en sesión fuera un costoso reactivo para niños....

 

Qué ilusión también por fin gastar las ceras de colores que compré hace unos años y que, en las pocas sesiones con adultos inciertos si ir o no a terapia, sacaba proponiendo algún dibujo para conectar más.

 

Ahora, cuando vamos a esas tiendas, mis hijos siempre me preguntan si me hace falta algo para “mis niños” y qué, o directamente el pequeño me trae algún juguete suyo y me pregunta si lo quiero para “mis niños”....

 

De momento, en vez de ir y saquear el escaparate de la plastilina, he frenado mi prisa de hacer y he decidido que en septiembre, cuando volverán “mis niños”, por primera cosa los observaré para luego decidir juntos qué haremos. No dar nada por sentado. Es muy posible que el adicto a la plastilina ahora pida naipes, o al revés. Igual por fin decidiré hacerme en casa los colores de dedos, o no. O compraré los Tarots de Marsella que vi justo el otro día en el Raval, porque los Tarots son un buen proyectivo....

 

De momento sigo con Lowen, en los pocos ratos que me deja libre el verano barcelonés, tan vituperado pero tan rico (playa, piscina, cenas, el centro de yoga que no cierra ni en agosto, también los ratos cuidando de las plantas en la terraza....).

 

Lo cierto es que ya no puedo mirar una cajita o un bote sin preguntarme si me pueda hacer falta para almacenar plastilina, colores o alguna que otra herramienta que para alguien podría ser más de monitor de ocio que de psicoterapeuta...

 

Desconectando y volviendo a conectar desde lo profundo.

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Comentarios: 4
  • #1

    Edu (martes, 28 agosto 2018 12:34)

    Qué mujer más inteligente

  • #2

    Chiara (miércoles, 29 agosto 2018 16:42)

    Muchas gracias, agradecida que el artículo haya gustado....

  • #3

    Carmen (jueves, 30 agosto 2018 10:54)

    Precioso Chiara... transmite armonía y disfrute. Eres un regalo para tus "niños "

  • #4

    Chiara (jueves, 30 agosto 2018 12:53)

    Gracias Carmen, hasta pronto :)